domingo, 28 de agosto de 2011

Reflexiones de medianoche.

Estaba en el patio a solas viendo como mi perro jugaba con un conejo mientras pensaba en la repulsión que siento a veces hacia el ser humano. Pensé en lo banal de la masa, en como hay gente que se siente superior a los demás solo por formar parte del colectivo, en lo futiles pensamientos que a algunos les hace adquirir una sociedad anodina y trivial alejando al sujeto de lo trascendente, lo inesperado, lo no premeditado.

Estamos condicionados por la multitud atolondrada del día a día. El ser humano medio no sabe ser uno siendo así uno más. Somos realmente inconscientes de la ignorancia que nos rodea a diario y nos hace quedarnos en lo visible, lo fundado, lo obvio sin ser capaces de ver más allá de lo que un mundo aparentemente despejado nos ofrece. Nos aferramos a dicho mundo cuando a este no hay que referirse en tercera persona si no en primera; mi mundo, o en segunda; tu mundo.

Es ese mundo interior el que hay que descubrir, ese mundo que descubrimos hace millones de años cuando los instintos primarios del ser humano convivían sin incomodidades con el estado de naturaleza.











**“Para contarte que quisiera ser un perro y oliscarte, vivir como animal que no se altera, tumbado al sol lamiéndose la breva, sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenaran, si por Tutatix el cielo sobre nuestras cabezas caerá”**

**Roberto iniesta**


1 comentario:

  1. Pues si.

    Estás últimamente alejándote mucho de la superficie... A ver cuanto adentro llegas.

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