martes, 17 de mayo de 2011

Desatino nocturno.

El sueño de un par de corazones se ve enturbiado por la claridad del día. El asfalto, una vez más, vuelve a verse pisoteado por la falaz y mundana banalidad de la rutina. La indecisión se topa con lo pronosticado. Lo establecido se estampa con la continuidad y se rompe al colisionar con lo imaginario.

Descansa la noche en sus marginados aposentos para dar lugar a una jornada intensiva de falsos abrazos e insignificantes pasos hacia un mundo lleno de traidoras palmadas en la espalda. Atrás quedan las ensoñaciones ficticias encadenadas a la eterna autodestrucción.

Solo un abstracto y sugerente hilo deforme gris y transparente, que sale del fálico e incandescente sonido producido por un dulce y la vez obsceno jadeo, hace que vuelva a tomar consciencia de la locura, el desarraigo y en definitiva, el regreso a mis inofensivos pecados libres del absurdo cautiverio de la realidad.

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