jueves, 29 de diciembre de 2011

Try Again?

Se hizo de nuevo de día, y entre la locura degenerada sucedió una vez más. Mismo olor, mismo sabor pero igual de reconfortante, aunque aquella vez quizás fuera olvidable, como tantas pesadillas. La apatía se mezcló con el dinamismo, el suelo se derrumbó y comenzó el descenso hacia el mundo de las sombras.

Pasividad, desgana, hastío y saciedad, todo lo acumulado acaba reventando y tomando un rumbo diferente, un camino hacia la autodestrucción y el caos representado por una nube gris en el cielo que nunca llegó a descargar sus aguas sobre mi fabrica de espejismos. Sin lluvia comenzó a sonar la tormenta, parecía no cesar. El cielo se tornaba cada vez más nublado, buenos momentos para el sol que descansaba riéndose de todo lo acontecido ante sus abrasadores ojos.

Asumo el desorden. Desde lo más profundo miro hacia arriba, parece de noche y mientras observo las nubes pienso e intento levantarme. No oigo nada a mi alrededor, todo parece desierto, procedo a explorar buscando restos de algo acontecido, la búsqueda podría hacer que todo se volviera más ameno, pongo la visión nocturna y me aventuro a ello.

Era difícil ver incluso con ayudas por lo que preferí fiarme más del resto de mis sentidos. Me llegó un olor, un olor dulce aunque familiar. Parece que no estoy solo, me acerco más y a ritmo de tango comienza a llover para pasar a continuación al cese momentáneo de la tormenta. Me quedé ahí durante un tiempo a pesar de la oscuridad, imaginé colores, luces y sabores, fue entonces cuando empezó la imperfecta avalancha.

Pero todo tiende a normalizarse y los relámpagos volvieron a aparcar encima de mí. Me había acostumbrado ya por lo que convivo con ello. Me creo un mundo ficticio, en el que soy una serpiente, pero no me arrastro. Me camuflo me enfrento a bellas bestias, salto, muero, sobrevivo y me retiro para no volver jamás, o eso espero. Dejo la ficción para volver a lo (i)-real. Seguía tronando y a pesar de las dificultades, me propuse llegar a la superficie.

No tengo alas, pero poseía útiles que me ayudaron a escalar, a veces levitaba un poco, lo que me facilitó el trabajo. La propulsión era escasa por lo que al llegar, que llegué, me encontraba completamente cansado. Durante la subida me topé con un montón de sueños muertos que volaban a mi alrededor, unos reían, otros lloraban, otros simplemente estaban de paso, como yo que ignorándolos a todos y sacando fuerzas de las entrañas proseguía hacia arriba hasta que no pude más. El sueño me venció y poco a poco, como si una pluma fuese, hizo que me desplomara suavemente contra el terreno profundo.

Estuve dormido unas horas, tuve varias pesadillas, pero cierto movimiento me hizo desperar. Parecía un terremoto, lo era. Llenó el suelo y las paredes de grietas que sin previo aviso comenzaron a emanar una luz que acabó de pronto con toda la penumbra que me rodeaba y a la que tan acostumbrado había llegado a estar. Aquella luz, procedente de un bote de cristal, me hizo verlo todo de manera muy diferente, pero para nada era desagradable, parecía una droga.

La verdad es que todas aquellas sensaciones me resultaban un tanto familiares pero cegado me aferré a ellas y volé. Volé tan alto que fui incluso capaz de dejar atrás la superficie, cada vez todo parecía ir a mejor, nada podía romperse hasta que la bombilla se fundió y me ví totalmente perdido en aquel vuelo. Cierro los ojos y me dejo caer. Al salir de aquella inconsciencia me vi de nuevo en el principio de todo, me vuelvo a ver en la línea de salida.

Algo ha cambiado, de nuevo vuelve todo a ser oscuro, pero entre tanto no ver nada puedo sentir cierta añoranza que hace mi estancia un tanto incomoda. Busco pergaminos para leer sobre el pasado pero muchos de ellos dejaron de arder hace tiempo, es hora de vomitar nuevas palabras… empiezo con un adios.

Dejo de necesitar las necesidades, y sin la necesidad de echar nada de menos me pregunto y respondo: “¿Habrá novedades? Será lo mismo de siempre aunque diferente”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario