miércoles, 23 de noviembre de 2011

Itinenario.

La arena cubre mis pies
mientras camino a solas, me hundo.
Logro verme abajo, se rompen las nubes,
pero tras la tormenta siempre llega la calma.

El cielo empieza a llorar,
ahora es barro todo lo que piso.
Se hace difícil el camino
aunque la lluvia siempre cesa.

-Paro para descansar y prosigo-

Se escuchan los primeros murmullos,
dentro la gente habla y ríe
no hay nadie con ganas de llorar.
Parezco un intruso en medio de tanto júbilo.

Lo ignoro todo, prosigo mi exploración.
Atrás dejo lo insustancial,
mis ganas de caminar se esfuman.
Me encuentro perdido en la calle de la esperanza.

Allí, me tiro boca arriba en el suelo mojado,
cierro los ojos, al final los abro.
En el cielo veo una pequeña luz
con la que juegan a ver los gatos.

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