domingo, 15 de enero de 2012

No se ve...

Sopló la vela y se fue, no tuvo pudor alguno en dejarlo todo a oscuras. Seguramente desconoce el remordimiento. Se fue pisando unas flores que nunca más volvieron a sentir la luz del sol. Se fue pero volvió.

Volvió con otra cara, con otro nombre, con otro olor, y con distinto movimiento aunque con familiares sensaciones sacó de la nada un mechero para que las velas de la habitación oscura volvieran a prender y así poder contemplar nuevos desvelos. La cera se derrite y quema la piel al caer sobre ella, pero es mejor fingir el dolor si es pasajero.

Alguien dejó abierta la ventana y la brisa dejó de ser agradable. La tormenta dio lugar al huracán que puso fin a la incandescencia que puntualmente poblaba un paraíso inexistente. Se volvió a ir de nuevo, aunque esta vez las pocas flores que quedaban ya estaban secas.

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