Las formas, todas amorfas y deformes, de repente todas inertes, hicieron cesar su persecución para tomarse un descanso, supuse.
Los irritantes y violentos estrépitos emitidos por los amargos pero a la vez suculentos balbuceos de la muchedumbre banal se notaban por momentos dulcificados por el bello silencio que inútilmente intentaba abrirse camino entre los balidos del desconocimiento y la ignorancia.
Yo, abrumado por la desidia, esperaba sentado al sosiego, la serenidad, la sobriedad; en definitiva quería recuperar la cordura, esa desconocida pero siempre amenazante manera de abandonar mi amado e imaginario caótico mundo de desesperanza.

Feliz año a todo el mundo.